jueves, 21 de febrero de 2008

sus voces...




Retomando la huella...

La mujer dispuesta, ausente, vibrante, juguetona, asustada, nostálgica de lo que no ha ocurrido, afirmada, integrada asintiendo a lo que ha sido, es y va siendo, la mujer presente, interrogada, generada, generadora, transformada, incluida , entusiasmada, entregada, regada en lágrimas, luciendo sonrisas atristadas y dolor ardiente en las entrañas y plenitud dorada y grises películas de ceniza en la mirada de brasa, la mujer nacida de mujer y hombre, la mujer maga, bruja , niña anciana, adulta, adolescente, circulante, respaldada, irreversiblemente manifestada e infinitamente potenciada.

Y las almas anduvieron susurrando en La Victoria almas de mujeres que con coraje y apertura vinieron a retomar la huella de esta ancestral historia con-citada.
Los cerros nos acogieron en su abrazo y formaron el regazo para que nos recostáramos en nuestras múltiples verdades, en nuestras comunes identidades, en nuestros reflejos, en nuestras sombras, en nuestros temores, en nuestros descubrimientos.
El río nos trajo rumores antiguos, resonó en su correr con nuestra sangre, endulzó nuestras lágrimas, sorteó las piedras con despliegue de música y nos acogió con la naturalidad del curso de la vida.
Retomando la huella, despertando esa memoria dormida de ancestral sabiduría, empezamos por nombrarnos mirándonos, tendiéndonos los hilos que van tejiendo la redes, la dirección de las miradas y quién soy y cómo estoy? Como veo y cómo me ven? Qué soy? Qué quiero ser? Qué reconozco cómo mío también de lo que son las otras? Qué no? Hasta qué punto me resuena como ajeno? Y con la palabra, con el cuerpo, con las sensaciones, con los sonidos, con las chicharras con el canto de los pájaros, con el arrullo del agua, se agolpan los recuerdos en memorias inmemoriales, viscerales, La voz de Carmen induciendo, sugiriendo, provocando, evocando despertares.
Y quedan los susurros circulando las entrañas, la piel, las ancestrales rutas que nos llevan y nos llaman..

Y no sólo susurraron las almas de las mujeres presentes en La Victoria. Susurró el agua sus secretos más íntimos. Susurró el aire movedizamente. Susurró la tierra su esplendor de piedra y verde-.Susurró el fuego en rayos de sol ardiente.
Y en susurros crecientes la huella se volvió camino y emprendimos la marcha siguiendo todas las pistas. Mirando y siendo miradas, reconociendo el origen, recuperando la magia que en el apuro olvidamos, retomando la distancia para poder vernos enteras… para poder enterarnos
Y nos fuimos presentando y nos fuimos re-presentando, re-conociendo, evocando, com-poniendo, re-poniendo, revelando, reflejando, conectando, recuperando paso a paso, salto a salto, danza a danza, canto a canto, nana a nana , mano a mano, llanto a llanto, risa a risa, mate a mate, gozo a gozo y así en y con la fuerza del círculo, fuimos retomando la huella de esa antigua sabiduría que todas y cada una traemos dentro a veces escondida, camuflada, olvidada, saboteada, descreída.

Y el alma femenina seguirá susurrándonos, recordándonos que todas somos mujeres sabias….

Teresa Castellanos

1 comentario:

Paola R. Senseve T. dijo...

Que somos mujeres y tenemos que sentirnos orgullosas por ello...