domingo, 13 de julio de 2008

Memorias del Fuego





Las Caras y las Máscaras.
Autor: Eduardo Galeano


¿Qué hace esa linda huichola que está por parir? Ella recuerda. Recuerda intensamente la noche de amor de donde viene la niña que va a nacer. Piensa en eso con toda la fuerza de su memoria su alegría. Así el cuerpo se abre, feliz de la felicidad que tuvo, y entonces nace una buena huichola, que será digna de aquel goce que la hizo.


Una buena huichola cuida su alma, su alumbrosa fuerza de vida, pero bien se sabe que el alma es más pequeña que una hormiga y más suave que un susurro, una cosa de nada, un airecito, y en cualquier descuido se puede perder.

Una muchacha tropieza y rueda sierra abajo y el alma se desprende y cae en la rodada, atada como estaba nomás por un hilo de seda de araña.


Entonces la joven huichola se aturde y se enferma. Balbuceando llama a la guardiana de los cantos sagrados, la sacerdotisa hechicera.


¿Qué busca esa vieja india escarbando la sierra? Recorre el rastro por donde la enferma anduvo, Sube muy en silencio, por entre las rocas filosas, explorando los ramajes, hoja por hoja, y bajo las piedritas ¿dónde se cayó la vida? ¿Donde quedó asustada? Marcha lenta y con los oídos muy abiertos, porque las almas perdidas lloran y a veces silban como brisa.


Cuando encuentra el alma errante la sacerdotisa hechicera la levanta en la punta de una pluma, la envuelve en un minúsculo copo de algodón y dentro de una cañita hueca la lleva de vuelta a su dueña, que no morirá.

1 comentario:

Mr. Cotton!! dijo...

galeano... maestro...
leíste la trilogía? ...sin palabras
que bueno encontrar esto por estos lares...
suerte